Opinión
Con el hocico destruido: nombrar un mundo que se cae a pedazos

‘Nuestra gloria los escombros’ de Lucía Calderas puede leerse como un cuerpo-territorio, un emplazamiento en el que lo individual se entrelaza con una historia familiar marcada por la herida migrante, por el expolio de la tierra, por la dominación cultural de la colonización.
Foto de Luna Escoto
Foto: © Luna Escoto.


10 jun 2025 06:00

Esto no es un libro. Es una boca. Un agujero por el que se engulle, se traga y se grita. Una concavidad impregnada de olor a humedad, saliva y hambre. Un zanjón que se abre y nos devora. Esto no es un libro, son 32 piezas dentales que vamos recorriendo como si de territorios dolientes se tratara. Lucía Calderas escribe un mapa perforado, mordisqueado, “por fragmentos”, porque solo así pueden escribir los cuerpos rotos. A trocitos. Intentando reconstruir a base de escritura las partes dispersas de una ontología hecha trizas. Mezclando y sancocheando los textos con imágenes, fotografías, dibujos y porciones de historia. Mestizando la lengua y los géneros, frontereando el ensayo, la autobiografía, la crónica con la poesía. Creando un texto bastardo, en el que la lengua del colonizador es contaminada por el mazahua. Ese idioma ancestral, habitado por la oralidad y plagado de “vocales heridas”. Desde esas rajaduras, Calderas nombra y resignifica un mundo que se cae a pedazos. Como los dientes en un cuerpo enfermo y famélico, como las letras de un poema que se descompone.

Nuestra gloria los escombros, de Lucía Calderas, es el segundo libro que publica Yegua de Troya, la colección-colisión del sur que dirige Gabriela Wiener para la editorial Penguin Random House. Como todos los libros que se han ido publicando este año, también este viene cargado de memoria e ira anticolonial, memoria que anida en esas voces subalternas, en esos ecos que emergen en los escombros de nuestros mundos arrebatados, expoliados y heridos. Porque no estamos ante una simple colección de autoras sudakas, lo que Wiener nos pone en frente es un paisaje complejo de territorios literarios. Entendiendo por “territorio” una complejidad material, una cosmovisión heterogénea que impregna el pensamiento y la construcción del mundo de muchos pueblos originarios de Abya Yala. Más allá de la tierra, del suelo material y cívico, un territorio es un significante más amplio que abarca elementos simbólicos, políticos, lingüísticos, espirituales, ecosistemas, animales, plantas, muertos e incluso fantasmas y ancestrxs. También el libro de Calderas puede leerse como un cuerpo-territorio, un emplazamiento en el que lo individual se entrelaza con una historia familiar marcada por la herida migrante, por el expolio de la tierra, por la dominación cultural de la colonización. Escritura-cuerpo-boca, cavidad hambrienta y deseante, enraizada en un espacio sacrificial, doliente y violento, en un territorio-muerte, maquinaria colonial-capitalista que nos desmiembra y aniquila.

“Mi lengua es la mente que domina un cuerpo cósmico —escribe Calderas—. Reencantar la vida para amarla, reencantar el cuerpo para sanarlo, para interrumpir el trauma generacional y recuperar el rito. Nombrar a través de la herida es revincularme con todo aquello del mundo que con su belleza y su terror me sobrepasan” (página 45). Dos maxilares nombran, resignifican, mastican.

El maxilar superior recoge piezas dentales de una herida migrante histórica. Una tierra agujereada. Un suelo en demolición. El espectro de una bisabuela que tuvo que migrar descalza desde la periferia del Estado de México impregna cada una de las páginas.

Calderas hace arqueología de esas huellas habitadas, de estos surcos que van dejando los cuerpos migrantes, los desplazamientos silenciosos y olvidados de las pobres que cargan sus mundos y vidas en las espaldas

Calderas hace arqueología de esas huellas habitadas, de estos surcos que van dejando los cuerpos migrantes, los desplazamientos silenciosos y olvidados de las pobres que cargan sus mundos y vidas en las espaldas. Un recorrido sinuoso que va de la boca famélica a los pies, pues “los migrantes amamos con los pies”. ¿Qué estelas encontramos en la tierra de estos desplazamientos? ¿qué marcas produce un ser casi sin entidad? ¿Qué afectos y miedos se instalan como garrapatas en los cuerpos des-ubicados que lo han perdido todo? Campesinos migrantes, indígenas desahuciados, mujeres anónimas que cuidan de hijes durante tantas generaciones, mano de obra sin nombre ni rostro cuyas vidas son un continuo éxodo, un ir y venir en busca de cobijo y trabajo entre diversas fronteras. Esa herida colonial, racial y patriarcal que nos atraviesa a tantas. Migrar, esa tarea antigua nos dice Calderas, implica perderse, no reconocerse, caerse, como se caen los dientes en los cuerpos hambreados, enfermos, desmembrados. Ante esto, ¿acaso es la escritura nuestro refugio? ¿desordenamos ese mapa gracias a nuestras palabras? ¿construimos un corpus teórico aparte?

Segundo maxilar. La parte inferior de la boca nos recuerda esa otra herida que nos constituye. “Aprendimos que se puede reconstruir un cuerpo partiendo de un diente” (p. 66). Nuestros territorios sacrificiales fueron investidos no solo por el hambre y el dolor del desplazamiento, otras pérdidas más oscuras nos invadieron y de manera temprana aprendimos a convivir con la ausencia siempre presente de la desaparición. Nos parieron por la boca, afirma Calderas. Nos expulsaron a esta mierda de mundo a golpe de grito, de llanto. Somos las hijas de ese cosmos-doliente que impuso la colonialidad del poder y que hoy sigue reverberando su violencia en los narco-estados, en nuestros países heridos por dictaduras, genocidios y necrocapitalismo gore. Los cuerpos-territorios surgidos de tantos despojos están vacíos por dentro como los huesos, están poblados de agujeros y ausencias. Estamos compuestas por las oquedades que dejan los desaparecidos, las muertas por feminicidio, laceraciones y orificios que se extienden como la osteoporosis, que se abren como fosas comunes de las que emergen mandíbulas llenas de tierra.

Calderas trafica los géneros, los versos, las imágenes. Entrevera excrementos, sudor y deseo con ensayo político, con belleza poética. Mezcla el relato autobiográfico con el dolor de todo un continente. Más que un libro es un campo de minas

La escritura de Calderas nace en estos surcos, en estas estelas. Como Helena Silvestre, como Lemebel, es hija de las crónicas del hambre. Un hambre ancestral y planificado, esparcido como las cepas de un mortal virus. Un hambre endémico que nos habita, que muerde nuestras entrañas y marca los rostros sudakas, con el estigma del pobre, con la nostalgia del indio. Una miseria que forma parte de un proyecto político de dominación y aniquilación. Por ello, es un libro manchado de barro y mugre, construido a base de los despojos que encontramos en los basureros de cualquier ciudad latinoamericana. Un libro-memoria. Memoria del destierro, memorias resistentes como los dientes de los desaparecidos. Trafica los géneros, los versos, las imágenes. Entrevera excrementos, sudor y deseo con ensayo político, con belleza poética. Mezcla el relato autobiográfico con el dolor de todo un continente. Más que un libro es un campo de minas. Un tejido agujereado en el que podemos ser engullidas por cualquiera de sus grietas. Calderas escribe a pedazos. Porque en esa rotura del mundo emergen las nuevas historias, la gloria de nuestras ruinas.

Una se desmorona por la boca. Se desarma como un hocico destruido. Sin embargo, de la certeza de esa demolición, surgen las cicatrices del cambio. Calderas nos trae este libro trinchera, este manual de supervivencia para la divinidad de las bastardas. Un libro que se expande “como una cepa silenciosa” y que porta la venganza de las mestizas. Las hijas del fin del mundo van a acabar con este mundo. Van a prender fuego a este sistema-mundo “que ha asesinado a nuestra gente, a la tierra y que ha plastificado cada parte de nuestras culturas” (p. 77). Nada complaciente hay en su propuesta. Y este libro-boca nos increpa, nos grita en la cara, nos muerde como toda perra callejera. Nos escupe y advierte que la tierra tiembla cuando nuestras muertas regresan. Porque la ira de las espectras no se olvida, a pesar del silencio. Ellas no se olvidan y siempre vuelven a reclamar lo perdido, a buscar venganza, “para saciar el hambre que nos perseguía de siglos atrás” (p. 19).

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Genocidio
Opinión No lo soportamos más: un alarido por Gaza
Mientras la complicidad con Israel es abierta, obscena y militante, levantarse contra el genocidio es un gesto que a tantas les está costando el futuro y la libertad en cada vez más sitios. Ya no sabemos ni qué escribir al respecto.
Kabilas de mesa camilla
Kábilas de mesa camilla Delivery identitario, etiquetas take away
Porque el capitalismo sabe que el consumo identitario (yo, mi colectivo, mi comunidad, mi tribu urbana) fagotiza la resistencia ante el orden establecido de parir con dolor y trabajar con placer
Bilbao
Educación pública Crónica del abandono institucional de la escuela pública de Atxuri
VV.AA.
El edificio de la escuela se cae a cachos y su comunidad lleva años sufriendo un maltrato estructural, mientras lucha por unas condiciones dignas para el desarrollo de la función educativa.
Ocupación israelí
Ocupación Israelí La policía egipcia impide con violencia la marcha internacional a Gaza
La marcha de 4.000 personas a Gaza es reprimida por la policía del régimen de Al-Sisi. La organización pide a las embajadas que reaccionen y protejan a sus ciudadanos.
Ocupación israelí
Movilizaciones Un centenar de organizaciones de 26 países denuncian a la empresa vasca CAF y su tren del apartheid
Más de 50 localidades salen a la calle este fin de semana para señalar a la empresa que construyó el tranvía que conecta Jerusalén con territorio ocupados y exigir el fin del genocidio en Gaza.
Pensamiento
Economista Clara Mattei: “El liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital”
El ambicioso ensayo 'El orden del capital' nos traslada al Reino Unido y la Italia de la I Guerra Mundial, que se contemplan como un momento bisagra: el auge de socializaciones y cooperativizaciones que tuvo lugar durante la contienda y la inmediata posguerra fue abortado a través de un 'shock' austericida destinado a restaurar la centralidad de los grandes capitales.
Análisis
Análisis del CIS La calma antes de la tormenta: la dimisión de Santos Cerdán como punto de inflexión
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha muerto pocas horas después de nacer por la dimisión de Santos Cerdán, aunque sirve como foto fija de un escenario que favorece a la derecha.
Argentina
Extrema derecha La motosierra de Milei se ceba con los hospitales públicos y las personas con discapacidad
Los recortes del Gobierno afectan al Hospital Garrahan, un centro de alta complejidad, referente pediátrico nacional y latinoamericano, y también a los recursos de las personas con discapacidad, a los que el ejecutivo califica de “idiotas”.
Estados Unidos
Estados Unidos “No Kings”: más de 2.000 manifestaciones en EEUU para protestar contra la deriva autoritaria de Trump
Con el nombre de movimiento No Kings (sin reyes), millones de personas están convocadas a manifestarse en todo el país este sábado y enfrentar el desfile militar organizado por Trump el día de su 79 cumpleaños.

Últimas

Galicia
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar a Altri
Queremos investigar a los responsables políticos y empresariales del que podría ser el mayor atentado ambiental de la historia reciente de Galicia.
Galicia
TSXG Peritos en el juicio contra la Xunta: la contaminación del embalse de As Conchas es “extremadamente peligrosa”
Siete vecinos, la Asociación de vecinos de As Conchas y la organización de consumidores CECU han demandado a varias administraciones gallegas por presunta mala gestión de una contaminación derivada del exceso de macrogranjas en la comarca de A Limia.
Palestina
Marcha a Gaza Poner el cuerpo contra el genocidio
Miles de activistas de todo el mundo participan en la Marcha a Gaza desde Egipto. Desde el movimiento solidario extremeño con Palestina, una reflexión acerca de la importancia de esta lucha y de su momento histórico.
La madeja
La Madeja Oído/lengua/vientre
El oído que deja de prestar atención a la palabra del amo y se vuelve, inclinado ligeramente hacia abajo, a las que durante siglos callaron y al fin abandonaron la mudez, no será nunca subyugado.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Un centro de salud desbordado y con cucarachas y otro pendiente de construir desde hace 22 años
Los vecinos del barrio de Comillas, en Carabanchel Bajo, se han manifestado para reclamar el nuevo centro de salud planificado desde 2003 y cuya parcela ya fue cedida por el Ayuntamiento a la CAM, que no da explicaciones por la paralización.
Centrales nucleares
Cierre de Almaraz Las empresas propietarias de Almaraz no acuerdan una propuesta conjunta para alargar la vida de la central
Solo Iberdrola y Endesa firman la propuesta de alargar la vida de Almaraz trasladada al MITECO. Naturgy se descuelga de la misma y bloquea su viabilidad, al estar la central explotada por las tres energéticas en un régimen de comunidad de bienes.
Más noticias
Israel
Oriente Próximo Israel mata al comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, que prepara “una respuesta contundente”
Israel ha atacado Irán en la madrugada del viernes 13 de junio con bombardeos de unos 200 aviones de combate. La Guardia Revolucionaria iraní ha confirmado la muerte de su comandante, el general Hossein Salamí.

Recomendadas

Derecho a la vivienda
Jaime Palomera “La vivienda necesita una revolución”
Investigador y uno de los fundadores del Sindicat de Llogateres, Jaime Palomera presenta ‘El secuestro de la vivienda’, un libro sobre el juego amañado en el que los propietarios son cada vez más ricos y los inquilinos cada vez más pobres.
Redes sociales
Industria editorial Escritores fantasma: así trabajan los auténticos autores de los libros de éxito que publican los ‘influencers’
Detrás de cada libro firmado por un ‘influencer’ hay otra persona que ha trabajado a destajo para entregar a tiempo un texto en el que su nombre no aparece por ninguna parte y que, además, ha tenido que renunciar a sus derechos como autor.
Brasil
Extrema derecha Arte en tiempos de fascismo: cuando enseñar a Goya y Rubens le cuesta el puesto a un profesor
Una clase de Historia en la escuela municipal en una localidad del Estado de São Paulo desemboca en acusaciones contra el profesor y una campaña de difamaciones que encabeza el concejal de educación de la zona, de la extrema derecha bolsonarista.
Literatura
María Agúndez “El trabajo de limpiadora es muy digno, pero nadie quiere hacerlo”
La escritora retrata en ‘Casas limpias’ las contradicciones de quienes considerándose personas igualitarias y progresistas delegan los cuidados y la limpieza para evitar el conflicto y sostener su comodidad.